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Era algo que sabíamos que llegaría, pero que no imaginábamos como sería.
Volvimos a encontrarnos, a vernos las caras, a mirarnos a los ojos.
Y nos dimos cuenta de que todo había cambiado.
Pudimos entender, finalmente, la frase de Neruda.
Porque nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.